
LEER PEGADOS Buenas noches nocturnas… Cuando lo registré en mi memoria, estaba sentado sobre una silla doméstica, al lado de la puerta de la casa que deduje debía ser su residencia —piso con entrada y salida a ras de calle— y pensé que prefería la sombra en el exterior, aun a costa de las molestias que pudiera originar el tránsito matutino, a los muros interiores y su recalentada inmovilidad. Imaginé que estaba aguardando a la parte aventurera de sí mismo. Porque es perfectamente admisible que las personas nos desdoblemos —algunas capacidades que están en entredicho hoy bien pudieran ser, cualquier día, objeto de experiencia cotidiana— y esa variante, en este caso, propia del sujeto al que aludí, hubiera madrugado para conocer los detalles de lo que hubiera de suceder en esta mañana de lunes. Nada supe de las aventuras de este héroe y sigo sin saber nada, pero recuerdo que leía. Es raro. No contemplaba la pantalla de un dispositivo electrónico. Leía. Al fin y al cabo, leer es una...